lunes, 21 de julio de 2008

Fiebre de sábado Folk por la noche


"Tal vez llegué 15 años tarde" fueron las palabras de Conor Oberst cuando alguien le pidió que haga algo de Desaparecidos, y si, para quienes no lo conocen Oberst hace grandes cosas desde hace mas de una década y el sábado pasado fue la primera vez que se presentó en la Argentina, en el ciclo Nuevos Aires Folk III.

Cuando La Trastienda ya estaba casi repleta, con unas 500 personas, la noche empezó con el ex Doris Nacho Rodríguez prentando su proyecto solista Nacho y los caracoles, que sonó excelente. Su sonido rescata lo mas interesante de Doris, ya voy a subir un video de uno de los temas que interpretó que es muy bueno. Luego fue el turno de Valle de Muñecas, buena banda, a mi me hace recordar mucho a Las Pelotas, sin embargo no me llega a pegar.

Conor Oberst entró al escenario pocos minutos después del show de Valle de Muñecas y como se preveía hizo un repertorio repasando sus temas emblemas que nunca había tenido la oportunidad de traer a la argentina. En una presentación que duró aproximadamente una hora y media tocó entre otras canciones Four Winds, First day of my life, Arienette, Hit the Switch y cerró el recital con una tremenda versión de Lua que subí al amigo youtube y tengo la felicidad de poder ponerla en el blog.

Oberst no defraudó, el tipo puso una fuerza y una emoción arriba del escenario que fue admirable. El tecladista que intercalaba su tarea con unos vientos, y el baterista demostraron que son grandes músicos y el show fue impecable.

La visita de Conor Oberst es otra de esas lindas sorpresas que me llevo de vez en cuando. Hace un par de años que lo escucho y sinceramente creía medio lejana la posibilidad de verlo en vivo alguna vez, pero la fe es lo último que se pierde alguien me dijo un día, y quedo demostrado.

Creo que, como vaticiné cuando anuncié en el blog que Oberst nos visitaba, este fue uno de los mejores recitales del año.

Video del tema Lua de la noche del sabado 19 de julio en La Trastienda:



Mas videos del recital, hacer clic aquí


Contenido del Blog relacionado con la entrada:

Conor Oberst en el Nuevos Aires Folk III

Discos: I'm Wide Awake, It's Morning - Bright Eyes


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lunes, 7 de julio de 2008

Un día peronista

El peronismo es un fenómeno tan complejo que ni siquiera los argentinos sabemos que es.


Contradictorio, abarcador de un arco de ideas amplísimo donde estaban, y están, incluidos desde los burócratas sindicales y los
serviles del capital hasta los jóvenes que luchaban por la liberación.

Aglutinador de los exponentes más corruptos de la política, oportunistas y veletas, como asi también personas que se han transformado en iconos por su honestidad y entrega por un ideal como el Padre Múgica o Rodolfo Walsh.

Todos estos últimos, con los que me quedo, con los que me identifico creían en un peronismo revolucionario, algunos lo intentaron con medios que pueden ser cuestionados otros buscaron otras vías, pero todos estos luchaban por la dignidad del pueblo.

Por eso en este larga entrada voy a transcribir un extracto del libro “La astucia de la razón” de José Pablo Feinmann (es un gran libro) que sintetiza el espíritu del peronismo revolucionario, para ver si lo podemos despojar un poco de prejuicios y hacer el trabajo de extraer las ideas que el texto plantea para entender un poco mas, con buena fe, de que se habla cuando se habla de peronismo, y específicamente de la izquierda peronista, y de lo que pensaban muchos de los que ahora los medios caratulan setentistas:

(Aclaración necesaria: el siguiente texto representa un diálogo entre Rene Salamanca, dirigente sindical y politico integrante del PCR y John William Cooke, dirigente politico peronista creador de una tendencia dentro del movimiento que se define antiburocratica, socialista y nacional. El dialogo comienza luego de la perplejidad de quienes estaban presentes ante las palabras de Cooke: "Me cago en Perón")

"Alguien hizo aparecer una veloz damajuana y le llenaron el vaso hasta el borde. Cooke se tomó un buen trago, apoyó otra vez el vaso sobre la amplia mesa, miró fijamente a Salamanca y dijo: “No sé si he sido claro, compañero”. Salamanca se adueñó de la damajuana y se sirvió vino. No bebió, pero lanzó una risa inesperada y sonora. Súbitamente aliviados, todo reímos con él. ¿No era acaso maravilloso oírle a Cooke “Me cago en Perón”? ¿Hasta dónde llegaría la osadía teórica de ese hombre excepcional? Porque nadie dejó de entenderlo: “Me cago en Perón” no era un insulto. Era una afirmación teórica. No sé si me entienden. En labios de John William Cooke, eso, Me cago en Perón, era una valiosa afirmación teórica, de la cual nosotros, allí, en la casa de los mecánicos, en la calle 27 de Abril, acabábamos de ser los afortunados testigos. De aquí la risa inesperada y sonora de Salamanca. De aquí nuestra propia risa. Que volvió a estallar y que esta vez no sólo fue alegre y sonora sino también mordaz cuando Salamanca dijo: “Nosotros también, Gordo. Nosotros también nos cagamos en Perón”. Y luego, cuando se hubieron sosegado nuestras risas, añadió: “Parece que estamos más de acuerdo de lo que creíamos”. Lo cual no fue aceptado por Cooke, ya que dijo: “No, compañero. No estamos de acuerdo. Porque ustedes se cagan en Perón de una manera y yo y los peronistas como yo de otra.Porque, para ustedes, compañero, cagarse en Perón es quedarse afuera. Afuera de Perón y de la identidad política del proletariado. Mientras que para nosotros, cagarnos en Perón, es rechazar la obsecuencia y la adulonería de los burócratas del peronismo. Es reconocer el liderazgo de Perón, pero no someternos mansamente a su conducción estratégica. Para nosotros, Salamanca, para mí y para los peronistas como yo, para los peronistas revolucionarios, cagarnos en Perón es crearle hechos políticos a Perón, aun al margen de su voluntad o del que sea su propio proyecto. Para nosotros, Salamanca, para mí y para los peronistas como yo, para los peronistas revolucionarios, cagarnos en Perón es creer y saber que el peronismo es más que Perón. Que Perón es el líder de los trabajadores argentinos, pero que nosotros, los militantes de la izquierda peronista, tenemos que hacer del peronismo un movimiento revolucionario. De extrema izquierda. Y tenemos que hacerlo le guste o no le guste a Perón. Porque si lo hacemos, compañero, a Perón le va a gustar. Porque Perón es un estratega y un estratega trabaja con la realidad. ¿Entendés, Salamanca? Y nosotros le vamos a crear la realidad a Perón. Una realidad que, más allá de sus propias convicciones que son muy difíciles de conocer, Perón va a tener que aceptar. Porque Perón, Salamanca, ya no se pertenece. Quiero decir: lo que no le pertenece es el sentido político último que tiene nuestra historia. Porque Perón, Salamanca, va a tener que aceptar lo que realmente es, lo que el pueblo hizo de él: el líder de la revolución nacional y social en la Argentina.

Ésa es, entonces, compañero, en suma, mi manera de cagarme en Perón”. Y cuando Cooke hubo dicho esto, cuando Cooke hubo terminado de largarse esa parrafada, el silencio, allí, en la casa de los mecánicos, en la calle 27 de Abril, era otra vez como ya he dicho que era, es decir, el silencio, ahora, otra vez, podía cortarse con un tajo. Cooke respiró hondo, buscando un aire que necesitaba luego de todas esas palabras que le había arrojado a Salamanca, se recostó pesadamente sobre su silla, cruzó sus brazos sobre su abdomen y se quedó así, tranquilo, como en reposo, mirando fijo a Salamanca, a la espera.

El flaco Marimón se había apartado levemente de Salamanca, es decir, ya no se lo veía inclinado sobre el líder de los mecánicos, sobre el hombre que poseía el don de atraer las vibraciones y convertirlas en acontecimientos, en René Rufino Salamanca, sino que, tal como lo he dicho, ahora se lo veía apartado, o, quizá, más precisamente, se lo veía más inclinado sobre Cooke que sobre Salamanca, pues lo miraba con una fascinación que se le adivinaba pese a sus anteojos densos y con una sonrisa que era casi de gratitud, un reconocimiento hondo, verdadero, y que se abría espacio entre su barba bien recortada pero espesa de ideólogo cordobés y revolucionario. Y entonces Salamanca tajeó el silencio porque dijo: “Mirá Gordo, aunque vos te cagues en Perón de una manera y nosotros de otra, ya sé que estamos en la misma trinchera”. Hizo una breve pausa y añadió: “En el mismo lado de la lucha, compañero” Entonces alguien tajeó definitivamente el silencio y gritó: “¡Viva el compañero Cooke!”. Y otro gritó: “¡Viva el peronismo revolucionario!”. Y un gordo enorme, mucho más alto y más gordo que Cooke, un mecánico, un hombre de la calle 27 de Abril, un morocho a quien todos, coherentemente, le decían negro, un morocho que se llamaba como Salamanca, pero no René, sino Rufino, es decir, que tenía el más sonoro y el más viril de los dos nombres de Salamanca, el negro Rufino, entonces se trepó a una silla con una agilidad que en él era un desatino, elevó su brazo, cerró su puño, lo hizo girar vertiginosamente y con toda su alma gritó: “¡Viva Perón, carajo!”.

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(Hay una persona que entra siempre desde Adelaide (Australia), me gustaria que comente para saber quien es)

Gracias Natalia!



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